Dejó de ser

Ayer alguien decidió dejar de estar. Dejó de ser. 

Decidió hacerlo en la vía de la R4 de la Renfe, en Montcada Bifurcació. Justo antes del tren que me devolvía a casa.

Llevo a mis espaldas alguna que otra vuelta al mundo de la cantidad de kilómetros de vías que he recorrido a lo largo de los años y este es un hecho, desgraciadamente, más habitual de lo que debería. Y, por años que pasen, tengo la sensación de que las reacciones siempre son las mismas. Y me duele.

Ayer necesité casi cuatro horas para realizar un trayecto de 27 minutos. Terminé cansada, mareada, con migraña y tuve que posponer una cena programada para esa noche. No fue el mejor día de la semana.
Para algunas personas será uno de los peores días de su vida.

Alguien decidió que ya no podía más. Se cansó de luchar, de sentir demasiado o sentir poco, de oscuridad. Alguien se cansó de buscar una salida.

Algunas personas estaban a punto de recibir una de las peores noticias que existen. “Ha decidido irse”. Una roca enorme que llenará su mochila con un “aprende a perdonar, has hecho todo lo que has podido”.

Alguien más, pensando que era un día normal de trabajo, conducía el tren que causó el impacto. No consiguió frenar a tiempo. 

Desde la ventanilla del tren pude ver como los mossos se acercaban a la zona y el camión de bomberos intentaba maniobrar para acceder al vial. Mientras observaba como iban descendiendo bomberos con mascarillas, podía escuchar las llamadas de los ocupantes de mi vagón. Todo eran quejas.

A pocos metros de nosotros la desgracia todavía estaba latente. La podías sentir por la cantidad de uniformes que había alrededor. Pero una gran cantidad de personas solo demostraba rabia por llegar a casa mucho más tarde de lo previsto. Y a mi esto me duele. Mucho.

Me entristece tener tan cerca una desgracia y ver que las personas no empatizan. Ni con la situación, ni con el conductor, ni con los que se quedan y tendrán que lidiar con la impotencia. Ni, por supuesto, con la persona a quien le dolía más vivir que morir.

Y también me preocupa porque, si no empatizamos cuando podemos casi palpar la situación, cómo vamos a movernos por tal cantidad de desgracias que no podemos ni ver.

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