Metaverso

Me da miedo el metaverso. 

En una sociedad adicta a las redes sociales, donde cada vez más comunicados oficiales se tuitean y se crean burbujas de opinión para sentirnos queridos, escuchados o “parte de algo”; una sociedad que ha perdido la capacidad de atención por estar haciendo “todo” mientras actualiza el “feed”, solo nos faltará aislarnos aún más de nuestro entorno para meternos en el metaverso.

Puede que evolucione diferente, pero en mi cabeza se va creando la imagen de alguien poco aseado, con el físico descuidado y sin peinar que, sentado en su sofá y móvil en mano, va viviendo una vida que nada se parece a la de aquí. Comprando cosas que necesitará allí, pero no en esta realidad, y relacionándose con otros avatares, mientras el silencio reina en su salón.

Me da miedo, no solo por el estrés que nos puede generar deber cumplir las expectativas de aquí y de allí (bienes, estilo de vida, status social…¿recordáis el juego de la granja de Facebook? ¿nos tocará ir a terapia en ambos lares?) sino porque se ampliará la disociación con el mundo real -que no deja de ser el de aquí- y sus problemas -que son cada vez más importantes-. El cambio climático, la pobreza o los conflictos bélicos, por decir solo tres, ocuparán cada vez menos espacio en nuestras vidas. Casi no los veremos. Y lo que no se ve, no mueve a las personas. 

Me da mucho miedo este adormecimiento social. Y por lo que veo, otros comparten este temor. La ONG francesa Entourage Network ha creado a Will, el primer sin techo del metaverso, con el propósito de señalar que no podemos aislarnos de los problemas del mundo en una realidad alternativa. 

Ahora solo necesitamos que no creen una versión premium que los invisibilice.

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