
Dicen que los gatos pueden ver más allá. Thelma, una de las mías, sin ningún tipo de duda.
Hace algunos años, se pasaba horas contemplando un rincón del patio cuál jubilado unas obras. Inocente de mí, a veces me ponía a su lado para tomarle el pelo, preguntando “¿Qué, cómo lo tenemos?”
No exagero si te digo que se pasó semanas, siempre observando el mismo rincón. Sin hacer nada.
Hasta que un día la vi interactuando con algo. Me acerqué para descubrir que ese algo eran cientos de pequeñas hormigas que salían de un montoncito. Su nido.
El año pasado empezó a hacer lo mismo. Siempre parada, observando la esquina de una persiana.
Como sé que ve más allá, esta vez no le tomé el pelo. Pero te prometo que no había nada visible. Incluso así, ella miraba y miraba, hasta que un día dejó de mirar y me olvidé.
Tres meses después descubrí un pequeño rusco de avispas en esa esquina.
Este verano la pillé con su mismo ritual. Pero ya lo dicen: a la tercera va la vencida.
Ya conozco nidos de hormigas y de avispas. ¿Qué más puede haber en un patio embaldosado con cuatro plantas?
Después de un par de horas en Google decidí que ese “nada” que Thelma veía podría ser la preparación de un nido de arañas. Sin prácticamente estructura, claro está. Recuerda que Thelma observa el aire. Hice lo propio y me olvidé.
En lo que llevamos de septiembre, voy a un mínimo de tres picadas de mosquito. De esas que alcanzan dimensiones de moneda. De las buenas, no de céntimos. Pero, ¿de qué me puedo quejar si no encuentran depredadores en mi patio?
Además de karma, esto podría ser un claro ejemplo del dicho popular “pan para hoy, hambre para mañana”.
A veces pienso que no deberíamos aplicar el “vive el momento” tan a la ligera. Las consecuencias pueden ser más molestas.