Decidir llenar la nevera un 31 de diciembre no sé si es de muy valiente o de muy inconsciente… pero sí, aquí me tenéis a mi, a las 12:30 del mediodía haciendo cola en cada una de las tiendas de mi pueblo. Y entre cola y cola he pensado «déjate de ir al gimnasio o hacer dieta… el propósito que tienes que hacerte para el año que viene es no dejar el llenar la nevera para el último minuto».
Todo esto de los propósitos es muy frustrante porque en el mejor de los casos nos duran un par de meses. Bueno, de aquí salió el Blue Monday el tercer lunes del año, porque la gran mayoría ya hemos desistido de más de la mitad de ellos.
Empezamos el año muy mal porque hacemos los excesos que los propósitos del día siguiente nos van a prohibir. Comemos más de la cuenta, bebemos, fumamos… total, mañana hacemos reset y seguimos bien. Pero si al final la mayoría se van a quedar por el camino es que algo falla. A lo mejor deberíamos hacer propósitos trimestrales y hacerles seguimiento, ver si son posibles o demasiado utópicos… no sé, o hacerlos cuando nos apetezca y no el día 1 de enero.
No recuerdo ninguno de los propósitos el año pasado, pero mientras esperaba para pagar un par de aguacates he hecho balance de mi año y así, a grosso modo, creo que he cumplido más despropósitos que propósitos, pero con la mayoría de ellos he disfrutado, o sea que tampoco ha ido tan mal. Y me he dado cuenta de que al final, la sensación que te queda de las historias que vives depende solamente de como terminan. Si el final de algo es bueno sólo vas a recordar los momentos bonitos. Y yo este año lo estoy terminando con un poco de resaca pero bien, con una penúltima cena en uno de mis restaurantes favoritos y acompañada de un comensal con dolor de barriga, o sea que me puse las botas de sushi y sin remordimientos. Ha sido un buen año.
Me gustaría pensar que este año he reído más que llorado, aunque he llorado un montón. Pero bueno, tampoco importa demasiado porque soy de cosas fáciles, tanto risas como llantos. He corrido poco (he sido más de agua) y he comido mucho (sobre todo brunchs). Casi no he escrito pero he devorado libros. Me he enamorado perdidamente de dos bolitas de pelo que me despertaban lamiéndome la frente y cuando me quedé sin ellos adopté a dos princesitas que son la alegría de la casa. (El mismo día de las Elecciones a la Generalitat; me han salido muchísimo mejor que la investidura de Mas). He disfrutado de los mejores tramonti de Italia, he estado dentro de mi cuadro favorito y ¡he visto flamencos rosa! Sé que sonará a tontería pero me hacía muchísima ilusión.
Y el año que viene pues nada… haré la compra en Ulabox.