
A tan solo tres días de cumplir 16 años, Kevin Khatchadourian utilizó una ballesta para asesinar a 9 personas en el gimnasio de su instituto. Después de ese fatídico jueves, pasa sus días en un correccional.
Hijo primerizo de un matrimonio de clase alta, Kevin siempre ha sido un pozo de oscuridad para su madre. En ella recae la tarea de explicarnos la historia. Y lo hace a través de unas cartas extremadamente largas que escribe a su exmarido Franklin. Todas sin respuesta. Esta correspondencia nos ayudará a conocer -que no, entender- el camino que los ha llevado a tal trágico final.
Eva es una mujer exitosa, viajera e independiente, que ama su libertad. La maternidad quedaba muy difuminada entre sus planes pero, convencida por Franklin, acaba cediendo. En este momento se activa el detonador. Una madre que no lo siente, un padre bobo y excesivamente protector y un hijo lleno de maldad. No hay ni un solo personaje en el libro que pueda causar simpatía alguna.
Esta novela no es un thriller, pero confieso haber pasado auténtico miedo. Todavía dudo si seré capaz de ver la película. En estas páginas no existen límites. A medida que vas leyendo se te ocurren ideas en la cabeza y piensas “nooooo esto no va a pasar”. Pero en seguida te das cuenta de que aquí todo es posible.
Sin duda es un libro que impacta. Son 600 páginas de letra pequeña; pero te prometo que engancha. También estresa, agobia y genera rechazo.
¿Lo recomendaría? ¡Sin duda!