Visitas inesperadas

Esto no es ahora. No es ni hoy. Esto es de antes, del viejo mundo. De cuando era más fácil desayunar y trabajar a la vez, con calma, en sitios con encanto. Cosas buenas de ser freelance. -Tienes algunos locales en los destacados “Cozy Places”-

Imagínate que entras en un bar. Bonito. De esos instagrameables que -casi- todos tenemos fichados. Pides el desayuno mientras vas abriendo el ordenador para disfrutar de una mañana creativa… No vas a irte sin publicar nada, lo sabemos. Ese desayuno tiene que estar en tus redes, aunque sea en un efímero story.

En realidad no sé si esto pasa por tu mente, lo que te puedo asegurar es que pasaba por la mía. Y lo hacía. Publicaba ese story con su discreta ubicación en la parte superior derecha como si no pasara nada. Pero pasa.

Pasa, porque sin darte demasiada cuenta informas de muchas cosas a una gran cantidad de personas. Y a veces da igual, pero a veces no.

Después de publicar ese story recibí un mensaje directo de una las pocas personas en el mundo que logran revolver mi estómago y alterar mi sistema nervioso simpático en dos segundos. “¿Estás aquí? Estoy al lado, espera que me paso.” Y sé pasó.

Seguramente ese plumcake de limón era delicioso, pero tenía la garganta tan seca que ni lo noté. Suerte de este bonito café, que me ayudó a tragarlo. Al final fue menos peor de lo que imaginé. Y fíjate que digo “menos peor”, no “mejor”.

A veces, mostrar tanto no compensa. La información es poder y creo que la regalamos con mucha facilidad.

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